NANCY GARCÍA DÍAZ, ERIKA DANIA RAMÍREZ MEJÍA Y HÉCTOR EVERARDO RAMÍREZ ROJAS

La Ciudad de México es una de las más reconocidas en el número de museos que alberga en su territorio, con alrededor de 151 museos registrados oficialmente.1 Posiblemente es un dato que la mayoría de los ciudadanos desconocen al momento, pero hay muchas cosas que suceden diariamente y no despiertan remordimientos o preocupaciones a nadie.


Con tal cantidad de museos, sería de esperar que el mexicano pudiera resolver problemáticas políticas, financieras, educativas, culturales y demás ámbitos que competen a una comunidad; sólo si tomamos como referente que un museo, conforme a los estatutos del ICOM “(…) es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo.” 2

Entender un museo en su característica espacial es un trabajo crítico, se debe ir más allá de la pieza icónica de la exposición, debe tomarse en cuenta la interacción principal de dos disciplinas: la curaduría (a cargo de llevar conocimiento de la historia, contexto, discurso, adquisición y potencialidades de las piezas artísticas pertenecientes a una colección; también puede tratarse de la función de proponer exposiciones para un museo a partir de un discurso teórico-temático,) y la museografía (encargada de dar forma a un museo, trabaja la ambientación de las exposiciones y la imagen plástica, diseña recorridos, luces, colores, formas, muebles, etc., para que el discurso curatorial sea mejor entendido por el visitante).

En este caso, la exposición competente: Leon Golub: Bite Your Tongue3, ha despertado curiosidades e inconformidades que dieron forma a este artículo. Se da fundamento en cuestionar el trabajo del Museo Tamayo respecto a sus tres ejes expositivos: su función institucional, su discurso curatorial y su diseño museográfico “acorde” al trabajo del curador.

Golub (Illinois, 1922 – 2004) fue un artista estadounidense de innovación plástica, produce un realismo en el cual hace popular la fatalidad del hombre y su obsesión por la guerra. Presenció la Guerra de Vietnam y la Segunda Guerra Mundial por parte de la milicia estadounidense y a su regreso estudió Bellas Artes en el Art Institute of Chicago.

Leon Golub es un artista de cuidado, su línea ideológica entrelaza un notable mensaje político sobre agresiones al sector obrero y la dignidad humana, no dejando de lado su interés por temas como el abuso del poder (estado y fuerzas armadas) sobre la población civil, la presencia de la tortura, el asesinato, incriminación y violencia política y social.

Por parte de la Serpentine Galleries de Londres, a propósito de “El Año de Reino Unido en México y el Año de México en Reino Unido”(2015) podemos visitar la emblemática muestra, y pasando por alto la experiencia del aspecto museográfico del Museo Tamayo en sus otras dos exposiciones Superposiciones y Ensayo Museográfico no. 2, hay algo dentro de sus salas que no cuadra respecto a la responsabilidad de albergar a Golub en sus muros.

Tener consciencia de la amplia y contundente temática política y crítica de este personaje establece la expectativa de que por parte del museo se tendrá una respuesta impresionante, pero ciertas incongruencias en la solución espacial provocan en el espectador dudas y lagunas emocionales que de estar bien trabajadas lograrían un deleite emotivo transformador. Sin embargo, el montaje de la exposición impide este acto, la sala donde se encuentra la obra (Interrogation III) que impulsó a Golub a la gran escena del arte es limitada a la interacción por la distribución de las salas, evidenciando en unas sus temas formativos, pero ocultando las salas que expresan el lenguaje del artista en su pleno auge.

El hecho de montar la exposición sobre una museografía de cubo blanco que perpetúa el tiempo y el espacio, desvirtuando el contenido de su contenedor, “[…]convierte al museo en un mundo idealizado e idealizante que sacraliza su contenido e impide que la obra se integre en la vida, divorciando el significado del significante.”5 Abordar las salas a partir del principio de neutralidad contribuye a una ruptura de la lectura visual al contrario de lo que se esperaría. Las piezas de contenido crítico-político, se caracterizan en la muestra por una fragmentación de la coherencia visual del diálogo entre lienzos; la pregunta es si hay un propósito definido en provocar este tipo de percepciones.

Hay un fenómeno específico dentro de las 6 salas que ocupa dicha exposición: de todas las piezas expuestas, solamente Interrogation III tiene prohibido ser fotografiada. ¿Bajo qué criterios se estableció esta prohibición? ¿Y por qué? La duda brota posteriormente de comprobar que dicha pieza no es restringida por derechos de exclusividad porque se puede encontrar en revistas y catálogos. Esto parecería apuntar a un corte censurista muy particular.

En general, el montaje maneja un formato difuso, paredes blancas con luces generales blancas, creando un efecto de laberinto y de muros fundidos entre sí, lo cual provoca inconscientemente perder la cuenta del sentido y coherencia de las piezas, induce de forma directa perder de vista las obras más representativas del autor.

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Hay un grave descuido museográfico y de trato por parte del museo hacia la obra del artista y al espectador: notorias cintas adhesivas despegadas a la obra, supuestamente para mantener fijos los lienzos. Estas cintas las hemos observado durante dos ocasiones en que visitamos la exposición, en la primera ocasión fueron más notorias y descaradas que en la segunda; en nuestra segunda visita, a tiempo suficiente para corregir el error, persistieron las cintas. Evidenciamos con las siguientes obras: Snake Eyes y The Go Ahead.

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Pareciera ser que hay un propósito para que la exposición no sea vista por el público, y si es vista, sea lo menos reflexiva hacia éste.

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Apunta casi a que la coincidencia de la muestra y los hechos acontecidos en el país, en especial el caso Ayotzinapa con todas las situaciones bien conocidas por todos los mexicanos, haya provocado la orden de no hablar más del tema de los abusos contra los civiles o las crisis políticas de seguridad y corrupción en un país cuyas cifras sobre violencia y homicidios están tan disparados, y con números rojos en situación de crisis política.

Si existen lazos de lo que Golub habla en su obra y su relación con México, aquellos serían que el autor, casi con voz profética habla sobre gobiernos corruptos que buscan el control de crisis violentas a través del sometimiento hacia la gente inconforme. Un autoritarismo despótico y maquiavélico donde sus órdenes son acabadas por soldados, policías y mercenarios, que solamente siguen órdenes. A veces con voluntad, a veces contra ella, pero ejecutan actos atroces de violencia.

A un año de Ayotzinapa, en medio de protestas y con un gobierno de casi nula credibilidad, la muestra resuena polémica en su mensaje. Es cruda y honesta, reflexiva y sin pena ante un espectador que con facilidad podría verse reflejado a sí mismo en cualquiera de los lienzos como una víctima más. Cabe preguntarse: ¿qué nos separa de ser las personas “vejadas” de los lienzos de Golub? ¿Qué separa a los 43 de Ayotzinapa? Detalle extra es que al coincidir el Año de Reino Unido en México y siendo inglesa la galería expositora, se deduce que la exposición ya estaba programada y no había posibilidad de cancelarla.

No hubo respuesta por parte del Museo Tamayo para aclarar la museografía. Hubo cierto hostigamiento de los guardias al notar nuestro interés y exploración de las salas polémicas al permanecer en ellas para registrar opiniones de los visitantes y la frecuencia con la que accedían a las salas ocultas respecto de las otras como un experimento comparativo. Toda esta conjunción de situaciones no insinúan sólo un “descuido” del museo, sin contar con la absoluta falta de difusión de León Golub: Bite Your Tongue.

Resulta increíble que en una exposición no aparezca una cédula final con los responsables del montaje y producción de ésta. Peor aún es que al ser el museo una institución pública y tener como principal función la difusión del patrimonio cultural, no se obtenga respuesta de los departamentos cuando el público la solicita.

Con una pésima resolución museográfica, sin difusión pública ni promoción cultural, con materiales didácticos no subtitulados y prácticamente ocultos en otra sección del museo, es como se presenta la obra de Golub en el Museo Tamayo.

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La cuestión sería ¿por qué no difundir de manera contundente obra que contextualizada a nuestra situación sociopolítica actual representa las situaciones de abuso, violencia y represión por parte del gobierno? ¿Acaso éste no es el tipo de obra que necesita ser vista por el público en la actualidad?

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REFERENCIA

1 Palovits, Naomi. “22 cosas que todos deben saber acerca de la Ciudad de México #CDMX” Hello DF.

2 Comentario posteado el 15 de abril del 2014 (consultado el 30 de septiembre) http://hellodf.com/22cm/.

3 22ª Conferencia general de Viena (Austria) en 2007. “Definición del museo” International Council of Museums (ICOM), 2010-2012. Comentario sin fecha de publicación (consultado el 30 de septiembre) http://icom.museum/la-vision/definicion-del-museo/L/1/ .

4 “Leon Golub: Bite your tongue” Museo Tamayo. Comentario sin fecha de publicación (consultado el 25 de septiembre) http://museotamayo.org/exposiciones/ver/leon-golub .

5 British Counsil. “2015: Año Dual del Reino Unido en México” British Council México. Comentario sin fecha de publicación (consultado el 30 de septiembre) http://www.britishcouncil.org.mx/2015 .

6 Peñalver, Alberto. “Dentro del cubo blanco: la ideología del espacio expositivo” Comentario posteado el 1 de abril del 2012 (consultado el 1 de octubre) http://www.culturamas.es/blog/2012/04/01/dentro-del-cubo-blanco-la-ideologia-del-espacio-expositivo/ .