JORGE LUIS MUÑOZ


El manejo de las emociones en el arte y el diseño; tanto el artista como el diseñador pueden focalizar a un público y lograr un efecto deseado.


L as emociones humanas no solamente surgen ante las expresiones del rostro sino que son capaces de brotar ante múltiples situaciones de la vida. El verdor de un panorama campestre fácilmente hace surgir una emoción de felicidad combinada con calma, sosiego y vitalidad. Esa combinación de emociones suele ser única y se corresponde con el arreglo de cada escena que se enfrenta. Una escena de verdor con intermediación de árboles no produce las mismas emociones que un verdor salpicado de espinos, digamos con zarzamoras o rosas en medio del verdor percibido.

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Ilustración1: Diseño Zeebra DG

Como se sabe, una emoción sostenida hace un sentimiento. La emoción es proactiva, mueve a algo, mueve a hacer, a pensar, inyecta ánimo o desánimo, aclara o confunde entre muchas otras cosas. Esto se debe a que el cerebro límbico en cada uno de sus componentes está multiconectado, tanto hacia el cerebro más primitivo como hacia el neocortex que es la parte más humana que tenemos. Activada una emoción, la multiconexión del sistema límbico puede activar áreas motoras llevando al deseo de comer, puede desactivar esfínteres provocando secreciones involuntarias o simples ganas de correr como nos lo ilustró la película Forrest Gump. Dependiendo de la parte activada del cerebro emocional será nuestra reacción. Activada la amígdala cerebral emergen miedos (entre otras emociones), otras áreas del mismo sistema límbico activan el hambre o incluso el amor. Una emoción negativa también puede dar origen a ideas brillantes como mecanismo de defensa ante la depresión.

La combinación de emociones puede surgir de cualquier escena bien expresada. Un juego de varas secas bien dispuestas puede producir sentimientos similares a una escena de verdor, aunque con sus matices propios. Esos sentimientos no necesariamente van a dar origen a expresiones orales, no siempre podemos decir lo que sentimos ya que el grueso de nuestras decisiones y acciones está dictado por el llamado “inconsciente”. Las expresiones orales en realidad van a quedar siempre en segundo plano, quedando en primero las motivaciones y conmociones logradas, mismas que se van a expresar como conductas, tendencias, gestos, guturaciones o deseos, entre muchas otras posibilidades.

Alguna vez el pintor Rodimiro Orozco me mostró unas impresiones que había hecho con clavos de tres cuartos con cabeza que se había encontrado en la calle. Era el puro óxido de los clavos impresos en el papel. Me impresionó grandemente, no daba crédito a que con simples clavos pudieran hacerse cosas tan llamativas. Yo no sabía que era lo que me llamaba la atención, pero sentía lo bello que tenía enfrente, motivándome una sensación gustosa, de admiración e incredulidad. Cosa similar me ocurrió cuando el mismo pintor me mostró arreglos con pedazos de piel de diferentes colores que de alguna forma había conseguido.

El manejo de emociones se presta desde luego a la manipulación, ampliamente utilizada en la publicidad, el neuromarketing y el diseño, pero ése es sólo un episodio dentro de las tendencias que se inventan los grupos humanos en el desglose de su historia. Al manejar emociones habría que partir de considerar la estimulación humana y su orientación según los fines colectivos que el hombre crea con sus impulsos gregarios y su necesidad de sobrevivencia. Una cuestión de ética es la orientación del manejo de las emociones: se pueden estimular los impulsos egoístas del humano y llevarlo al individualismo egoísta y consumista o se pueden estimular los impulsos gregarios y con ellos construir posibilidades de acercamiento humano.

El neurodiseño aporta claves para dirigir la composición hacia un juego de emociones combinado. El verdor vital puede combinarse con una expresión de angustia para producir una emoción de angustia sin sentido, lo que no quiere decir que esto ocurra automáticamente, sino dependerá de las combinaciones del resto de la composición. Se puede combinar una emoción con una estimulación motora, con un impulso sexual o de sobrevivencia, las posibilidades son infinitas. Sabemos por sinestesia que combinamos múltiples sensaciones y emociones asociadas a ellas. De esa manera hemos podido saborear el mole de una cazuela humeante plasmada en un cartel.

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Ilustración 2. Neurodiseño de Arely Contreras

El diseñador no tiene que ser experto en neurociencias para conocer cómo trabajan las distintas partes del cerebro, bastará con una incursión por internet buscando información al respecto y las ideas brotarán como hongos. Rápidamente encontrará el papel del hipotálamo, de la amígdala, de las áreas motoras del cerebro, de las importantísimas áreas frontal, prefrontal y occipital del cerebro, de su papel en la consciencia, la percepción y la vida. El trabajo con las emociones y otras posibilidades del neurodiseño puede hacer que un diseñador o un artista ya no tengan que esperar a que la musa descienda, basta con que se proponga el impacto de una emoción y su combinación con alguna otra área cerebral para luego experimentar con el conocimiento que tenga o con lo que disponga, para realizar un diseño u obra de arte. Una pequeña encuesta con el trabajo producido indicará lo que haya logrado. En el caso del diseño, la captura del mensaje o el logro de la motivación deseada será evidencia de haber logrado lo que se pretendía. Un impacto focalizado producirá un paquete de emociones, lo que es propio del diseño. Un impacto amplio producirá cierta conmoción, producto de la activación múltiple de áreas cerebrales, lo cual es propio del arte.

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REFERENCIA

ilustración: Carolina González Mandujano