“Nací en Cancún. Mi papá es arqueólogo y desde pequeño tuve una constante relación con la naturaleza y la depredación causada por el sector turístico. Siempre sentí la inquietud de saber por qué pasaba y por qué se hacía. En mi infancia todo el tiempo escuché las palabras: proceso, desarrollo y crecimiento económico, como algo perfecto que nos iba a llevar a una utopía. Pero lo que veía como resultado era desgaste ambiental. Desde entonces surgió mi interés por trabajar arte, al principio con pinturas y carteles, después con instalaciones”.
“Egresado de Artes Plásticas y Visuales en Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, Sebastián Terrones Portos busca con su obra concientizar a las personas sobre el daño ambiental ocasionado por la sociedad y su cultura. Aureavisura se acercó a conocer sus motivos y cómo ciertos lugares han marcado su vida y han influido en sus proyectos profesionales y personales.
ISLANDIA: LA UTOPÍA
Recordó un primer momento: “Cuando cursaba la licenciatura me fui de intercambio a Islandia. Ya había ido de vacaciones porque sentía interés hacia este país utópico donde supuestamente toda la energía es geotérmica, es decir, limpia. Cuando regresé de intercambio me di cuenta de que no era así. Como en cualquier otro país, tienen diversas problemáticas y, de hecho, muchas similitudes con México. Iba con el proyecto de hacer una comparación entre un país dependiente del petróleo, el nuestro, y uno que supuestamente no lo era, pero al llegar allá me encuentro que realmente no existe diferencia. Islandia fue una colonia al igual que México y ha sido visto como un lugar virgen que Europa puede explotar. Casi todos sus recursos naturales están privatizados y de hecho quieren convertir a Reikiavik, la capital de Islandia, en un lugar altamente turístico con inversiones extranjeras”.
Su labor en aquella nación: “Durante mi estancia empecé a trabajar a partir del contexto. Investigué y así me di cuenta de la forma en que se vive en Islandia. De esta manera comencé con una serie de carteles con dos vertientes temáticas distintas. Unos los realicé como una crítica a la depredación de áreas verdes, junto a un pequeño movimiento de personas que encontré ahí mismo, cuyos objetivos eran similares a los míos: generar conciencia. Y el otro tipo de carteles que produje involucraban un juego de palabras e imágenes. Busqué rescatar conceptos propios del lugar con los que se hacía referencia a un grupo de familias dueñas de industrias que controlaban al país. Utilicé la palabra kolkrabba, que significa ‘pulpo’, para crear una especie de compañía representativa de este grupo y presentarlo a la gente con carteles desde un aspecto crítico, como una publicidad satírica”.
Carteles en inglés e islandés: “Comencé a hacer los carteles en inglés, sobre todo porque trabajé en el centro de la ciudad donde mucha gente habla este idioma, aquí se lleva toda la vida social, cultural y económica. Como hay mucho turismo, la crítica era contra este impacto ambiental que se estaba generando. Después comencé a trabajar en islandés. La presentación consistió en pegar los carteles en las calles o avenidas para que todos los que iban caminando, en bicicleta o en coche, los vieran pero de forma anónima. Al principio sentí que no había mucho movimiento y fue un golpe fuerte para mí porque antes de ir para allá pensaba que era una sociedad muy crítica. Pero con el tiempo fui trabajando con varios compañeros que compartían mi forma de ver la situación específica del país. También tuve pláticas con maestros que me dijeron que la perspectiva de una problemática desde un punto externo es igual o más válida que la de un sujeto que se encuentra dentro, es decir, estaba en todo mi derecho para querer crear conciencia”.
Las dificultades que ha superado: “Existió, claro, una barrera del lenguaje inmensa que impidió que el trabajo llegara a más. Al mismo tiempo fue una estancia muy corta, un semestre únicamente, en el que aproximadamente dos meses estuvimos a varios grados bajo cero, pero creo que fue algo significativo e interesante. Hace algunos meses una compañera de La Esmeralda que igual estaba de intercambio en Finlandia me contó que seguían mis carteles en las calles del centro de la capital de Islandia y hasta me mandó imágenes de algunos que están intervenidos por la misma gente, pues algunas personas escribieron sobre ellos en islandés. Aún no sé qué dicen, pero es algo gratificante saber que siguen ahí y que al parecer fueron aceptados por la gente de cierta manera. En aquel momento, cuando los hice a manera de intervención, estaba muy clavado de llevar estas manifestaciones a las calles, no me preocupa si está catalogado como arte, pero sí como una acción cuyo significado sirva para algo”.
DISTRITO FEDERAL: EXPERIENCIA DECISIVA
“Siempre me he dedicado a tratar problemas medioambientales a partir de diversos motivos; generalmente no tengo definido un proceso ni un resultado final, pero me muevo en el ámbito de lo tridimensional. Trabajé con instalaciones dentro de la arquitectura para integrar la naturaleza en una forma simbiótica. Estas instalaciones van desde la introducción de plantas en la instalación hasta esculturas en el espacio para generar ambientes y al mismo tiempo una crítica al sistema o reflexión sobre donde nos encontramos como sociedad”.
Otros trabajos importantes: “En cuarto semestre realicé una de estas intervenciones con algunos salones de La Esmeralda. Fue un trabajo divertido, pensé que no iba a haber interacción con las personas de la misma Escuela, pero cuando iba de visita ya estaban regadas todas las plantas. La gente comenzaba a ir a estos lugares intervenidos porque les agradaban más que otros. Fue trabajar con la interacción, una simbiosis entre la arquitectura ya existente y la naturaleza, cómo introducirla y hacerlos más amigables”.
Quiere compartir y difundir sus preocupaciones: “Para prestar un servicio social, estoy buscando dar clases en La Esmeralda sobre huertos urbanos, cómo establecerlos y así compartir nociones sobre agricultura regenerativa. Siempre he estado interesado en las plantas y mucho de mi trabajo las ha involucrado, por lo mismo he adquirido un conocimiento de al menos cuatro años sobre agricultura orgánica. Y aunque no me gusta esa palabra porque se ha vuelto un sello para aumentarle el precio a las cosas, es una forma de denominarlo. La idea es establecer el huerto en La Esmeralda y volverlo funcional. Muchas de las técnicas necesitan inversión de cierto tiempo, pero en el futuro adquieren las condiciones naturales de la tierra. El plan es sembrar árboles, que se relacionen entre ellos y generar los llamados ‘bosques de alimentos’, para que sigan desarrollándose por sí solos como las selvas, que nadie las abona ni las riega, la naturaleza lo hace, y son los ecosistemas más productivos del mundo”.
CREAR CONCIENCIA A TRAVÉS DEL ARTE
Los objetivos de su proyecto: “Aquí en La Esmeralda aún no hay acercamiento a estas problemáticas culturales y ecológicas. Tal vez en algunas clases las mencionen, pero no a partir de la práctica de producir tus propios alimentos y fomentar una crítica en la producción actual. El proyecto busca imitar esto, transmitir ese conocimiento y generar una comunidad de alumnos que sigan trabajando en él, aunque yo en algún momento me vaya. Lo ideal es crear conciencia a través del arte y del simple hecho de conocer y saber producir tu propio alimento. Nosotros dependemos cien por ciento de los microorganismos que forman uno más grande: la tierra”.
Su propuesta artística: “El arte tiene mucho potencial, las soluciones de las problemáticas del medio ambiente ya están, no son difíciles y no requieren de alta tecnología, el problema es que estamos en una crisis cultural y de valores que no prioriza esto. Creo que el arte es capaz de influir en este aspecto más que otras disciplinas”.
Actualmente, Sebastián espera que su proyecto de huertos urbanos sea aceptado por los directivos de La Esmeralda. Planea continuar sus estudios sobre agricultura regenerativa, y crear conciencia a través de sus distintos proyectos sobre el daño ambiental, un tema que lo ha influido desde pequeño, dándole un eje a su desarrollo como artista y como persona.
Entrevistó: Andrea Tamayo Anaya