DRA. MARCELA CHAVARRÍA OLARTE*


La docencia universitaria es una función compleja, con exigencias no sólo didácticas y científicas, sino también sociales y éticas. La actividad docente es una realidad profundamente humana.


El perfil del docente para el nivel universitario es, por sí mismo, un objeto de estudio para la Pedagogía. Quienes nos encontramos inmersos en este ámbito de desarrollo y ejercicio profesional, sentirnos el deber y el derecho de encontrar caminos siempre nuevos para nuestra formación permanente.

Es por ello que el presente artículo intenta proporcionar pautas para la reflexión sobre el qué, el para qué y el cómo del perfeccionamiento docente en el nivel universitario.

  1. QUÉ ES Y PARA QUÉ SE BUSCA EL PERFECCIONAMIENTO DOCENTE.

Resulta evidente, para cualquier profesionista en ejercicio, que la tarea de su formación y actualización es un compromiso permanente, si ha de responder con su trabajo a las circunstancias y necesidades específicas de cada momento histórico.

Sin embargo, es importante no perder de vista en este proceso los principios epistemológicos y axiológicos que se encuentran en la raíz de la propia profesión, para confrontar con ellos las nuevas adquisiciones científicas y tecnológicas y adecuar a ellos todo cuanto signifique mejora. Es entonces cuando la actualización pasa, de un indiscriminado acercamiento a “lo nuevo”, a un auténtico perfeccionamiento profesional.

El profesional que ejerce una función docente es particularmente responsable de hacer del auto perfeccionamiento algo inherente a su propio quehacer pues, lejos de ejercer aisladamente su profesión en la sociedad, asume el papel de formar a un sinnúmero de futuros profesionistas que darán pautas para el avance científico y tecnológico, marcarán los rumbos de la vida social, participarán de la vida económica y política, y harán las crisis o ayudarán a resolverlas.

El papel de la educación superior en todo este proceso es crucial, por tratarse de la etapa en la que la persona humana define en buena medida su puesto en la sociedad y se prepara para desempeñarlo.

El profesor universitario asume, entonces, el papel de agente de cambio social y, educativamente, el cambio ha de ser para mejorar. De ahí la importancia del perfeccionamiento docente.

Pero perfeccionarse, hemos dicho, será mucho más que “mantenerse al día” en lo que a su asignatura y a procedimientos didácticos se refiere; consistirá en conformarse permanentemente como profesional que investiga, que conecta con la práctica lo que investiga y que orienta eficazmente a otros para construir su propio aprendizaje en relación con el contenido de estudio.

No se trata, por tanto, sólo de saber cada día más o de hacer cosas novedosas en la sesión de clase, sino de ser cada vez mejor en la función que se desempeña.

  1. SER, SABER Y HACER DEL DOCENTE UNIVERSITARIO.

Hablar de perfeccionamiento docente, implica partir de lo que cada docente es. Para perfeccionar algo primero necesita ser, y los rasgos distintivos de este ser iluminarán las líneas del perfeccionamiento a buscar.

El saber y el hacer (saber/hacer) de cada profesor, forman de algún modo un binomio objetivo que permite conocer su desempeño docente en un primer plano, a diferencia del SER, que corresponde al plano de lo subjetivo, de la personalidad única e irrepetible de cada quien.

El saber/hacer se puede predecir a través de un curriculum o profesiograma; corresponde al conjunto de tareas o funciones que el profesor desarrolla con base en conocimientos precisos, así como a sus aptitudes o competencias en el desempeño de su función.

El plano del saber/hacer es el de los planteamientos pragmáticos y experienciales sobre la función docente, es como la “mirada hacia afuera” que presenta el profesor.

secundarias17El ser de cada profesor es en cambio impredecible, por tratarse de la personalidad total, de las condiciones de vida personales, de las virtudes y los defectos, del comportamiento ético, de las actitudes en tanto que disposiciones para responder ante las situaciones.

El plano del ser es el de los planteamientos ontológicos y éticos, es como la “mirada hacia adentro”, que sólo cada profesor posee en relación consigo mismo.

El verdadero perfil del profesor (perfil completo), lo forma la unión de los tres aspectos: el saber y el hacer, en relación con el ser. De manera que cada profesor cubre un perfil único e irrepetible. Nadie puede ser plenamente sustituido en aquello que como docente puede desarrollar, dado que se trata de una función personal y nadie puede ser sustituido en aquello que como persona puede desarrollar.

  1. EL PERFECCIONAMIENTO DEL SER, SABER Y HACER DEL PROFESOR.

En la profesión docente no se puede separar el ser del saber/hacer, debido al fin último que se persigue: la educación.

La educación es un proceso único, irrepetible, personal, de perfeccionamiento integral. El perfeccionamiento personal es proceso de asimilación de valores. El educador auténtico es, entonces, afirmador (con su palabra y con su vida) de valores humanos.

El profesor-educador camina hacia la realización personal (ser), sabiendo encauzar hacia ella a los seres que forma (saber/hacer), de modo que cumple su fin en la conjunción de su ser con su saber/hacer.

El perfeccionamiento profesional del profesor, ha de abarcar las dos vertientes de las que venimos hablando: el ser y el saber / hacer.

El perfeccionamiento del ser buscará una sólida formación axiológica, que permita conformar un proyecto de vida con claridad de objetivos a conseguir y normas de comportamiento ético para alcanzarlas, de modo que se dé la unidad de vida en el docente, es decir, la congruencia vital entre lo que piense, diga y actúe.

Es necesario, por tanto, plantearse el problema de la integración de la acción educadora, el problema de la unidad de vida del maestro.

Por su parte, el perfeccionamiento del saber/hacer habrá de enfocarse a la actualización de saberes, el aprovechamiento de recursos, la capacitación didáctica y la integración óptima de la función que desempeñe el profesor en el marco de la institución educativa en la que labore.

  1. PILARES DEL PERFECCIONAMIENTO DEL DOCENTE UNIVERSITARIO.

Sondeando someramente el perfil del docente universitario en entornos culturales distintos encontramos, a grandes rasgos, dos modelos: el del docente-investigador y el del profesionista-docente.

El docente-investigador es el abocado expresamente a estas tareas de manera integrada -la docencia y la investigación-, el estudioso de su profesión con finalidades de excelencia académica; investiga para enseñar y enseñando investiga. La riqueza de su actividad docente está en la solidez de su investigación permanente, pero a menudo suele estar tan desconectado de los problemas de la práctica profesional actual, que los estudiantes carecen de los elementos necesarios para afrontar con cierta seguridad la vida laboral.

El profesionista-docente es aquel que combina el ejercicio de su profesión con la enseñanza; frecuentemente se ha formado -como profesionista y como docente- en la combinación teoría -práctica, alternando el estudio con el trabajo. La riqueza de su actividad docente está en la conexión directa con la práctica profesional, pero a menudo suele estar tan desconectado, ya no digamos de la investigación, sino hasta de la lectura y análisis de nuevas corrientes del pensamiento y de publicaciones de las disciplinas científicas y tecnológicas que apoyan su profesión, que los estudiantes se forman con una visión pragmática de la misma, convirtiéndose frecuentemente en técnicos más que en profesionistas y, peor aún, asimilando la idea de que la práctica es lo importante para el ejercicio de una profesión y preparándose para ello con bajos niveles de estudio y a veces incluso con ausencia de hábitos de lectura.

secundarias12Los dos modelos anteriores -el docente-investigador y el profesionista-docente-, rompen en su expresión pura el binomio saber/hacer.

A esto hay que añadir que frecuentemente, tanto los profesionistas investigadores como los profesionistas en ejercicio, carecen de la capacitación didáctica (que cubre elementos del saber y del hacer) que les permita ejercer eficientemente la función docente. Son docentes porque intentan enseñar, más no porque sepan cómo enseñar y lo hagan eficazmente.

Por otro lado, en la raíz de la actividad docente de unos y otros, se encuentran los elementos axiológicos de cada profesor (valores personales), que iluminan su enseñanza y transmiten a los alumnos algo más que el contenido de las asignaturas, conformando un contenido paralelo a los mismos que contribuye a formar o a deformar la personalidad de los futuros profesionistas.

Los pilares del perfeccionamiento docente a nivel superior han de ser, por tanto, de manera interrelacionada: la formación humana, la investigación, la práctica profesional y la docencia. Ni un modelo, ni otro, sino la integración de ambos, sobre la base de la propia formación humana, para el óptimo ejercicio de la docencia.

Sin investigación se cae en la repetición, y la repetición (de contenidos, técnicas y hasta de anécdotas) desprestigia y es ineficaz por la obsolescencia de los conocimientos. Sin práctica profesional se cae en la idealización de los saberes, y ésta “no sirve”, o tarda mucho en servir.

Sobre la base (el asiento) de una, cada vez más sólida formación humana, es preciso desarrollar investigación y practica profesional para, con esta triada, enriquecer la tarea docente.

En la visión institucional que consiga tener, que le permita ubicar el valor de su función en el conjunto de las funciones que desarrolle la institución educativa en la que se encuentre adscrito, la calidad de participación que desarrolle en el marco de lo anterior, la capacidad de gestión para el óptimo aprovechamiento de los recursos comunes, etc.

Finalmente, el perfeccionamiento ha de proyectarse también en la dimensión personalizada de la función docente, es decir en aquella dimensión del quehacer del profesor, que le permita descubrir y valorar la personalidad irrepetible de cada uno de sus alumnos y ofrecer, para la mejora de ellos, lo mejor de su propia persona. Cabe destacar aquí la empatía con el alumnado, la disposición habitual a la orientación personal y aquello que la pedagogía clásica denomina eros pedagógico, que es algo así como “la piedra de toque” de la verdadera acción educativa si entendemos ésta en su esencia más profunda:

“La acción educativa, a diferencia de la simple enseñanza, penetra en las fibras íntimas del ser personal de aquellos a quienes se educa; y para ello hay que abrir y entregar el propio ser a través del amor”1

ESQUEMA 1

DIMENSIONES DEL PERFECCIONAMIENTO DOCENTE

PERFECCIONAMIENTO

DIMENSIÓN DOCENTE

  • Dominio de la materia
  • Habilidades en el manejo de la clase:
  • Claridad-amenidad de exposición
  • Conducción de grupo
  • Uso de recursos
  • Adecuación de técnicas

DIMENSIÓN GRUPAL

  • Visión institucional
  • Capacidad de gestión
  • Calidad de participación

DIMENSIÓN PERSONALIZADA

  • Empatía con el alumnado
  • Disposición a la orientación personal
  • Eros pedagógico

Entre las tres dimensiones ha de tenderse a la unidad, aún cuando cada profesor tiene aptitudes específicas que inclinan su perfil hacia alguna de ellas. En este sentido, es básico el papel de los coordinadores de docentes y de los equipos directivos de las instituciones de educación superior, para la promoción de esta unidad en las dimensiones del perfeccionamiento docente de cada profesor, de cada escuela o facultad y de la Universidad en su conjunto.

  1. CÓMO CONSEGUIR EL PERFECCIONAMIENTO PROFESIONAL PERMANENTE.

Para hacer de un objetivo una realidad, se impone la sistematización de acciones acordes al fin que se busca y la disciplina en su puesta en marcha.

Para la mejora de la acción educativa a cualquier nivel, cabe la mención de tres pasos muy generales a la vez que muy concretos: reconocer la realidad educativa de la que se parte, establecer propósitos de perfeccionamiento, claros y realistas, y aprovechar los medios adecuados a esos fines.

El primer paso, el reconocimiento de la realidad, ha de hacerse desde tres ángulos: la propia realidad como docentes (nuestro grado de desarrollo en los cuatro pilares del perfeccionamiento, así como nuestro desenvolvimiento en las tres dimensiones del mismo); la realidad educativa de nuestros alumnos (antecedentes escolares, nivel de aprovechamiento general, hábitos de trabajo y de estudio, rasgos especiales del entorno en el que viven) , y la caracterización de la(s) asignatura(s) que abordaremos juntos (profesor y alumnos).

Reconocer la realidad educativa de nuestros alumnos, nos dará pautas de auto perfeccionamiento para la atención de aquellos aspectos en los que sea más urgente nuestra acción educativa.

Conviene, para una mayor objetividad en el reconocimiento de la realidad, tomar en cuenta nuestras propias apreciaciones como profesores y las de nuestros alumnos, en los tres ángulos mencionados.

El segundo paso, el establecimiento de propósitos de perfeccionamiento, debe hacerse con base en el reconocimiento de la realidad y revisarse periódicamente para verificar su cumplimiento.

Los propósitos de perfeccionamiento docente han de ser personales (de cada profesor) e institucionales (de cada institución de enseñanza superior).

Conviene graduar los propósitos a conseguir, en fechas concretas, para asegurar el avance en los logros.

El tercer paso, el aprovechamiento de medios de perfeccionamiento, ha de enfocarse a distintas opciones: escolarizadas y no escolarizadas, institucionales y personales, de manera que empecemos por aprovechar lo que tenemos más a nuestro alcance.

Para sistematizar el proceso de perfeccionamiento docente de manera congruente con las necesidades de cada grupo de profesores y con la filosofía educativa de cada institución de enseñanza superior, estas últimas debieran promover el desarrollo de sus propios Institutos de Ciencias de la Educación o Departamentos de Perfeccionamiento Docente.

Una vez elegido el medio, hace falta ser constante; la inteligencia y la voluntad se han de poner en juego para desarrollar permanentemente, de manera cada vez mejor, el perfil completo del docente universitario.

* UNIVERSIDAD PANAMERICANA mchavarr@mx.up.mx

1 CHAVARRÍA O., MARCELA. Qué significa ser padres. México, Trillas, 1990. p. 95.

** Artículo extraído de:

Paedagogium, Revista Mexicana de Educación y Desarrollo.

Paedagogium. Derechos Reservados. ISSN: 1665-0816, Año 4 No. 19, impreso en México. Septiembre-octubre 2003

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