MARÍA DE LOS ÁNGELES VÁZQUEZ MARTÍNEZ


Ser maestro es cuestión de actitud, es cuestión de pasión, pero sobre todo de amor por compartir con el otro. Al final del camino la vida se termina y nada nos llevamos, lo que perdura y puede trascender es el conocimiento y la experiencia, eso es lo único que se puede heredar y nunca perder.


Dice Miguel Aramburu que “Poner nuestro talento al servicio del bien de la humanidad y poder realizarnos con ello es maravilloso. Talento + Vocación = Misión de Vida”. El ser humano tiene tantas habilidades que él mismo desconoce, unas son aprendidas pues las comenzó a adquirir desde su nacimiento hasta el día en que deja de existir. Otras de ellas son innatas. Lo que es cierto es que nunca dejamos de sorprendernos y conocernos cuando somos capaces de percibir los conocimientos adquiridos.

Descubrir el talento esencial y la vocación de enseñar es algo que nos motiva e interesa, pero sin duda nos preocupa, pues no todo individuo es apto para la enseñanza, también es cierto que no a todos les interesa ser educados, no obstante todos aprendemos de una u otra manera.

Hay quienes por la carencia de calidad en las aulas, falta de tiempo, dinero u oportunidades. Han encontrado en el sistema “autodidacta” una forma de aprendizaje y de desarrollar su conocimiento.

Creo conveniente revisar las siguientes opiniones de personas que han tenido la oportunidad de ser educadas, y de estudiar.

CUESTIÓN DE COMPARTIR

Dulce Arellano Xolalpa, colega y amiga invaluable nos comparte una de sus grandes experiencias:

-Hoy la palabra maestra me hace evocar la educación en casa y es revivir una de las grandes etapas de mi vida con las enseñanzas de mi abuela Catalina Castañón de Arellano, un ser maravilloso quien creció en el siglo pasado.

Vivió en plenitud entre 1915-1920, en esa época una mujer de entre 15 y 18 años, estaba en edad para casarse. En esos tiempos era un tabú que las mujeres estudiaran pues se iban a casar. Ella sólo finalizó la primaria, posteriormente la tradición se enfocó en prepararla como una señorita de sociedad, el objetivo era desarrollar habilidades protocolarias tales como: atender, captar, animar, comprender, para ser una mejor dama y compañera. Se le enseñó a estar a la altura de un buen mozo y logró captar la atención de mi abuelito que en paz descansa.

Mi abuela creció bajo una educación muy estricta y pulcra en modales. Sabía entablar una conversación, como sentarse, como sostener una taza y poner la mesa, comportarse en la mesa ante comensales, como preparar una comida, como ser anfitriona, como vestir y combinar de acuerdo a las estaciones del año, como atender al marido y hacerlo sentir mejor, saber el mínimo detalle, como zurcir los calcetines hasta preparar jabones vegetales para el cuidado de la piel de su marido quien era lo más importante para ella.

Ella ha sido mi mejor mentora en muchos aspectos. La educación que tuve en casa fue una educación conservadora basada en una tradición de 100 años. Mi abuela compartió, con su primer nieta, todos su conocimientos, le agradezco por dejar huella en mi vida, hoy considero ser mi mejor versión personal.

Ante la pregunta ¿Qué le dirías a un maestro? Ella respondió: -Que son eslabones importantes en la sociedad, gracias por su existencia, sin ellos nosotros no podríamos trascender. Que son seres que más allá de enseñarte parte de tu cultura, matemáticas, historia, física, etc. Dejan una parte grabada en tu ser. En mi vida como estudiante, tuve la grata experiencia de contar con profesores que realmente me enseñaron a amar la lectura, la lógica, las matemáticas y el dibujo. Mi abuela, mi madre, mi padre también me enseñaron. Todos ellos me han inculcado el amor a lo que hago, ellos han sido mis maestros, han dejado en mí grabada parte de su esencia.

EL PODER QUE EL MAESTRO EJERCE A TRAVÉS DE LA PALABRA

Cristina Leyva Ceballos amiga y comadre, estudió Diseño Gráfico y me comparte:

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Clase en taller de la FAD

-Considero que hay maestros buenos y malos, hay quienes siembran en ti el gusto y la semilla del aprendizaje, mientras otros te hacen odiar todas las materias. En la primaria y secundaria me impulsaron anímicamente y estimularon mi crecimiento como estudiante y ser humano. Hay profesores que les gusta enseñar al grado que proyectan al alumno el gusto por el estudio incluso aunque tú consideres que no eres bueno. Si el maestro te enseña adecuadamente hace crecer en ti esa pasión. Como alumno consideras que un profesor transmite conocimientos y experiencias que poseen.

Pero el poder de la palabra es tan grande y peligroso que incluso en ocasiones pueden insultar, al grado de hacerte sentir inútil, que elegiste mal tu profesión, que no es tu camino, hasta orillarte a desertar de una carrera universitaria. Un maestro debe tener la capacidad de seducir, de apasionarte por aquello que has elegido como tu futura ocupación.

A un buen maestro yo lo felicitaría por llevar su vocación en primer plano y hacerlo con excelencia ya que la semilla que siembra dará fruto. Porque de una forma proactiva y positiva hace que tengas confianza en ti misma. Su influencia es tan grande que tiene poder en la mente del alumno. En lo que respecta a un mal maestro yo le exigiría que se comprometa porque de él depende el futuro de ciudadanos, de profesionistas y futuros profesores. Ser maestro no es cualquier cosa, se debe tener vocación.

BUENOS Y MALOS PROFESORES

Verónica Saavedra, colega, profesora de Artes Plásticas a nivel secundaria y amiga.

-Recordar mi época como estudiante en la FAD es hablar de buenos profesores porque sabían lo que enseñaban, exigían calidad. La experiencia y su conocimiento los avalaban. También recuerdo a malos profesores que aprobaban sin un criterio equitativo. No todo el mundo tiene vocación para la docencia, uno de los grandes requisitos, considero que es el querer y saber compartir el conocimiento.

A veinticuatro años de ser egresada, recuerdo a profesores como a Guillermo De Gante, Ingrid Reinhold Chávez, Silvia Barragán De La Torre, Adán Zamarripa Salas.

En la enseñanza de las artes, despertar en el aprendiz la sensibilidad, a descubrir sensaciones a través de la percepción de obra plástica es complicado, saber utilizar el lápiz para dibujar y dar tonalidades no es sencillo al nivel de secundaria. Cada trazo en el lienzo no solo es conectar los ojos con el cerebro y tu mano y plasmarlo en algo visual. Como alumna me acuerdo como me enseñaron a usar las herramientas.

Como profesara de artes plásticas el objetivo es ayudar a los chicos a tener apertura mental, enseñarlos a percibir la luz y como ésta influye en el objeto que se esta percibiendo. Es importante el dominio de la materia que se imparte. Ser profesor es algo que se elige porque que amas enseñar, porque te preocupa y te ocupas. Mi labor es transmitir conocimiento y acoplarme al grupo. La enseñanza del arte es un trabajo individual con el alumno, pero impartido en grupo. Enseñar arte es diferente a otras disciplinas.

Un profesor de quién me acuerdo a pesar del tiempo, es porque me enseño algo que aún esta impregnado en mi pensamiento.

ADMIRACIÓN POR EL DOCENTE

María Jiménez Ruiz, alumna de séptimo semestre y servicio social de aureavisura.

-María ¿qué significa para ti un profesor?

-Un ser que comparte su experiencia, por lo que les tomas cariño y por su amabilidad, por la forma en que te guían. Hay alumnos que se fascinan al escuchar a un profesor, por el conocimiento, en mi caso admiro al profesor  Adrian Flores Montiel de teoría del diseño, lo recuerdo por sus anécdotas.

-¿Qué esperas de un maestro?

-Que comparta su sabiduría, que no sea egoístas que nos trasmita su experiencia. Aún no conozco al catedrático codicioso, pero si existen, lo se por compañeros quienes se quejan de ellos. Sabemos que somos competencia en un futuro próximo, pero para todos debe haber.

GRACIAS MAESTROS por su tiempo que nos brindan, por el conocimiento que imparten, así como su apoyo. Que nos tengan paciencia, porque no captamos en ocasiones a la primera y tienen que ser reiterativos en sus contenidos pero que sobretodo no se reserven.

LA EXPERIENCIA INDUCE AL CONOCIMIENTO

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Fotografía tomada del Facebook muro de la Profesora Susana Ovilla Bueno

Carolina González Mandujano, alumna de séptimo semestre, colaboradora y servicio social de aureavisura.

-Para mí un profesor es un guía, su experiencia inspira, me siento ávida por el conocimiento, por su mundología. Hay quienes dejan parte de su conciencia e inducen a romper mi esquema para atreverme y empezar ha tener mis propios errores y aciertos.

Todos los maestros te inducen a ser atrevida, Yo me alejo de profesores que me causan algún tipo de conflicto y que no me inspiran, tuve una profesora que hablaba de la carrera muy decepcionada, incluso le decía a su propio hijo que no estudiara diseño, mucho menos artes, ella denigraba la propia carrera, no me inspiraba, al contrario me angustiaba. Cada quien debe tener su posición, estar seguros de lo que es el diseño, el campo de trabajo y la carrera. Tal vez ella hablaba así porque no le fue bien, o no le convenció del todo. Prefiero retirarme de este tipo de maestros porque no me inspiran, me angustiaba escucharla.

-¿Provocó en ti un cambio?

-Inicialmente no, después de reflexionarlo sí, porque consideraba que estaba en lo correcto que tal vez no vas a encontrar un buen trabajo. Luego profundicé y llegué a la siguiente conclusión: Que depende de cada quien, de cómo le eches ganas, como trabajes. Decía que tienes que salir de la zona de confort.

-¿Que le dirías a un profesor cuando recibes lo que esperas de él?

-Nunca he esperado nada de nadie, simplemente lo que recibo lo aprovecho. Al profesor comprometido solo me queda expresarle mi eterno agradecimiento, así como mi admiración. A mi profesor preferido le diría que lo amo por su manera de enseñar y lo que transmite me inspira; gracias por el gran amor que tiene por la docencia, por su ternura, por su pasión, sus palabras de aliento hacen que quiera seguir, gracias Prof. Javier Flores profesor de semiótica. Soy de la vieja escuela, prefiero profesores de edad por su experiencia como Jaime Alberto Reséndiz González quien comparte una práctica brillante, inteligencia, su punto de vista es invaluable. Me acoplo con docentes de edad avanzada, otros compañeros prefieren trabajar con personas jóvenes. Considero que tanto de un profesor de edad y de un joven aprendes.

POR QUÉ DEDICARSE A LA DOCENCIA SI NO AMA SU PROFESIÓN

Adriana Venancio Martínez. Alumna de séptimo semestre, colaboradora y servicio social de aureavisura.

-Un maestro es quien te guía, te comparte sus conocimientos, te ayudan a llegar a donde quieres, agradezco a los buenos profesores que te aportan buenas cosas.

Sabes que es un buen profesor, si lo que te brinda está contribuyendo a hacer una diferencia en tu persona y en tu vida, como ser humano y como profesionista.

Al un buen profesor que ha aportado a mi crecimiento le agradezco por compartir sus conocimientos, por el tengo mejor visión de lo que hago.

Al docente poco comprometido le expreso que su compromiso es con nosotros los estudiantes, lo que él en algún momento aprendió lo haga bien y si no es feliz con lo que hace, porque se dedica a la docencia que no olvide de que donde nosotros hoy estamos el estuvo.

HACER QUE CORRIJAS ERRORES ES SINÓNIMO DE UN BUEN MAESTRO

Christian Gabriel Carrizales Leyva estudiante del cuarto trimestre de preparatoria.

-Para mí un profesor es una persona que tiene conocimiento y que lo sabe compartir, pero transmitirlo con pasión, es algo de admirarse y valorar, francamente son pocos quienes lo hacen. Un mal maestro no se toma la molestia de enseñarte algo.

Hay quien puede enseñar de manera muy dinámica, como incentivar al estudiante a participar en clase y a la motivación. Definir a un buen profesor lo resumiría en la siguiente oración: Una persona comprometida quien presta atención a su pupilo no como una matrícula, no como una calificación más, sino como un ser humano que cuando falla hace que corrija su error ya sea una ecuación matemática, una oración o el más mínimo detalle para así tener el mejor resultado, que es llegar a dar lo mejor de sí como alumno.

Ilustración de portada: Adriana Venancio Martínez