ROGELIO ENRIQUE FERNÁNDEZ ZORRILLA
Alumno de doctorado de la Facultad de Artes y Diseño 

¿Qué es lo que constituye la identidad de quién finalmente es llamado y por lo tanto reconocido como artista plástico?

La pregunta anterior, es formulada como consecuencia del uso de tecnologías y materiales de última generación en la plástica, donde ha podido observarse que con los últimos avances, el quehacer del artista ha encontrado nuevas opciones, quedando para muchos esta identidad limitada meramente a lo conceptual, y para otros limitada a instrucciones y gobierno de equipos y máquinas digitales.

Ahora que existen tantos recursos como los arriba citados para generar obras artísticas, así como tantos recursos de igual manera para difundir, compartir, transferir y reproducir contenidos gráficos entre otros, me parece que lo único que puede permanecer constante, es lo relativo a la identidad del llamado artista plástico, y así, al proceder a realizar la disección correspondiente de conceptos, a fin de esclarecer aquello que representa la diferencia entre lo accidental y lo substancial en ese concepto de identidad buscado.

En lo tocante al “Ser”, habrá que separar y no tocar lo que el artista hace, tampoco se deberá tocar lo que el artista tiene, entonces habrá que analizar si el artista puede ser reconocido como tal, aun sin hacer o producir, o bien aun sin tener herramientas o materiales propios de su oficio, si se intenta descartar ese sentido productivo u operativo en el artista plástico, entonces lo que se puede encontrar estará relacionado directamente a su capacidad potencial creativa artística.

Y a propósito, una vez despojando esta búsqueda de cualquier factor de influencia actual para su definición, debería seguir teniendo vigencia un concepto de Heidegger, que finalmente, es válido volver a las bases sobre todo en estos tiempos, para no perder piso:

“La Belleza descansa sin embargo en la forma, pero sólo porque la forma se alumbró un día desde el ser como entidad del ente”[1]. De tal suerte que si en principio convenció al artista la idea, y en ese acto él la reconoce como digna de ser realizada, o extraída de su mente, luego entonces es ahí en ese acto aun perteneciente al nivel de intangibilidad, en donde las acciones aun no involucran ninguna participación o acontecimiento visibles, donde el artista adquiere ese carácter de “ser” artista. Lo siguiente serán los medios para realizarla.
Debo aclarar que al apoyarme en Heidegger para presentar como la primera referencia de concepto a la belleza como cualidad o propiedad que habrá de poseer una obra realizada por un artista, es de apuntar que esta es la condición “sine qua non”, que debe tener la idea reconocida en la mente del propio artista, aun cuando la misma no sea comunicada ni manifestada en ninguna manera posible al exterior aun, para mí, esto es lo que fundamentalmente le da al artista esa categoría de ser.

De tal manera siguiendo con Heidegger para el esclarecimiento que busco, puedo asegurarme que el artista, es aquél que genera en su mente ideas que contienen la belleza por la forma que él mismo les da en su mente, y por forma cabe aclarar que no se trata de limitar la acepción de la palabra a un cuerpo tridimensional, específico de la escultura, sino a la forma como la propiedad mediante la cual algo podrá ser expresado, “Disposición o expresión de una potencialidad o facultad de las cosas”[2]. Que obviamente podrá una vez sido expresado, ser captado o percibido por los sentidos del propio autor y de cualquier espectador.

El autor, para potenciar esa cualidad de “ser”, debe contar con un bagaje semiótico que mientras más vasto, será mejor, ya que el acervo cultural, vivencial y técnico además, se conjuntarán para enriquecer notablemente su alcance propositivo.

Para efectos de identificación de conceptos, la cualidad de ser artista, le da la de ser creativo del arte, de buscar en la mente encontrar lo que no existe fuera de ella, que en realidad sólo se completa al externarse, de manera que para seguir con un esclarecimiento de conceptos más completo de la identidad artística, es imprescindible que esta primera etapa continúe en la del hacer, ya que el hacer representa el inicio de contacto con el exterior, donde se demostrará la capacidad para afectar la realidad y percibir a través de juicios externos y ajenos, el reconocimiento de las cualidades y características de la obra una vez realizada.

La expresión de la forma que concibió la mente del artista es la primera acción evidente que revela al exterior esa identidad, “El arte brota como la contemplación que instaura en la obra la verdad del ente”[3]. Lo mismo que hizo que el artista reconociera esa cualidad en la forma cuando era “idea”, será lo mismo que podrá reconocerse al ser materializada, realizada y expuesta.

En el tener para realizar, estarán considerarse los medios, entre los cuales, se manifiesta el aspecto constante de contar desde lo más básico y primitivo como lo fue en la antigüedad, hasta lo más avanzado en tecnología actual, y por tanto, al parecer, este breve ejercicio reflexivo, confirma las cosas, aun en esta época moderna saturada de tecnologías y recursos creativos, la identidad del artista plástico apoyado en el pensamiento de Heidegger no pierde vigencia, utilice y disponga de los medios que fuere, siempre y cuando logre que la belleza descanse en la forma, el arte surgirá como consecuencia de la verdad depositada en la obra, quien logre esto, merecerá ser llamado artista plástico.

 


Referencias:

[1] Heidegger, M., Arte y Poesía, México, FCE, 1973, pp.118-122.

[2] Real Academia Española, Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española, Espasa Calpe, S.A., Madrid, 1979.

[3] Heidegger, M., Op. Cit., pp.118-122.