GABRIELA JASSO LARA
Licenciada en Artes Visuales, Facultad de Artes y Diseño-UNAM

En las últimas décadas es observable la tendencia de los artistas por las producciones plásticas basadas en el reiterado interés por el pasado, el individualismo, las búsquedas personales, introspectivas, autorreferenciales o la necesidad de su definición personal. Así, los artistas que llevan a cabo estos proyectos, pueden verse a sí mismos como a cualquier otro y traslapar su figura de sujeto a objeto como resultado de su propia narración.

Por ello, dentro de esta búsqueda individual, se circunda constantemente el concepto de Identidad; sin embargo, este a su vez es un tópico transindividual puesto que se conforma de la trama compleja de relaciones que se establecen entre el individuo y los otros dentro de las prácticas sociales. De esta manera, el tema se construye desde el exterior mediante el conocimiento o desconocimiento con lo otro, es decir, de la exterioridad o lo semejante, de acuerdo a Mariflor Aguilar 1.

Por lo tanto, no existe identidad en sí, ni para sí mismo, sino solamente en relación con lo otro. Es decir, es el resultado de un proceso de identificación configurada dentro de una situación relacional, de modo que ésta requiere ser reconocida por los demás actores para poder existir socialmente.

Asimismo, cada uno de los artistas, es producto de un conjunto de situaciones, ideas, vivencias y herencias culturales, tanto sociales como familiares; producto de su historia irrepetible, dueño de ideas, sentimientos y formas de expresión propias. Por lo tanto el arte se vuelve una forma de estar en el mundo, de vincularse consigo mismo y con lo otro “…es una forma de ser a través de un lenguaje y, en tanto que forma de vida, sólo puede ser individual” (Fernández 2013: 343).

Al mismo tiempo el deseo de conocer a los semejantes y al individuo corresponde a una profunda necesidad humana. El otro y uno mismo, han conformado una problemática dentro de la historia de nuestra existencia, cuya solución y descubrimiento no se ha dejado de buscar. Es así, que de acuerdo a Erich Fromm 2 , conocerse a sí mismo supone superar las ilusiones de nuestra persona y conocer al prójimo; significa superar las deformaciones y transferencias que tenemos del mismo. Razón por la que el ser humano, en su plena individualidad, sólo podrá entenderse en un acto de empatía al conectarse con los demás, como un ser humano con otro.

Es por ello que el artista busca la realización auténtica de su propia individualidad como término de su existencia, exigencia que lo liga con todos los demás hombres y su sensibilidad pura. De ahí que la inteligencia artística en la obra de arte sea la solidaridad existencial, visible en su interpretación técnica y la forma de retornar a la naturaleza. De este modo, cada uno debe resolver por y para sí, cada uno de los por y para todos.

Igualmente, este tipo de producciones, se exponen como vehículo dentro de la búsqueda individual y personal; al ser proyectos autorreferenciales que permiten el acercamiento a uno mismo a través de fragmentos y manifestaciones del sujeto a objeto de observación. Estos oscilan constantemente entre lo privado y lo público, puesto que el proceso implica una labor completamente personal; sin embargo, al momento de producir, existe consciencia de los demás, así como su advertencia al momento de exponer las obras y darlas a conocer. Por ello, pese a que una idea tenga tinte introspectivo, en el cual la comunicación no es el objetivo primordial, existe la posibilidad de que el otro pueda reconocerse en dichos esquemas por medio de la empatía que pudiera propiciar en el espectador al momento de percibirla, dejando de ser un proyecto personal para tornarse en uno con carga social.

La importancia de dicho tipo de realizaciones radica en que tras propiciar la consciencia de sí mismos, la propia individualidad permite la vinculación con otro ser humano; es decir, supone tener en consideración al prójimo, reconociendo que no somos los únicos capaces de percibir y pensar, pues aquello que nos acaece lo puede experimentar alguien más, es decir, la reflexión en los proyectos no se encripta, sino que vincula con los demás.

El deseo de reconocer a los semejantes corresponde a una necesidad intrínseca a la que se podrá acceder en un acto de empatía, relacionándonos con los demás, aceptando que lo que nos compete no difiere de la realidad de los otros; es decir, el conocimiento del propio ser es un proceso individual y ser conscientes de esto se posibilita un vínculo con el otro. Así, al asumirnos, comprometernos y responsabilizarnos con nuestra persona el impacto se verá reflejado en el otro e invariablemente tendrá repercusión en el entorno y en nosotros mismos.

Es necesario ahondar en el análisis de la constitución del Ser, así como profundizar en su entendimiento, en cualquiera de sus vertientes; pues éste es, en el artista, un modo de compromiso social con su labor, logrando un acercamiento a los otros a través de la empatía humana.


Referencias de citas

  1. Elisabetta Di Castro y Claudia Lucotti (coordinadoras). Construcción de identidades (México: UNAM, 2012), 248.
  2. Erich Fromm. La condición humana actual (Barcelona, Paidós, 2009), 142.

Fuentes de información

  • Di Castro, Elisabetta y Claudia Lucotti, coord. 2012. Construcción de identidades. México: UNAM.
  • Fernández del Campo, Eva y Henar Rivière. 2013. El Arca de Babel: Teoría y práctica artística en el escenario transcultural. Madrid: Abada editores.
  • Fromm, Erich. 2009. La condición humana actual. Barcelona: Paidós.

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