MANUEL GUERRERO

Alumno del programa de posgrado en artes visuales de la FAD

By heart : El papel del field recording en la construcción de un paisaje

(Ponencia presentada en el 6to. Encuentro Internacional de Arte Sonoro y Exploración Audiovisual en la Antigua Academia de San Carlos, el día 30 de noviembre del 2017)

 

“La representación que orienta al recorder –al ser humano que rastrea, mediante la memoria, al sonido– se balancea entre la realidad inmediata, incomprensible por el intelecto, y la idea que se ha forjado de él. En su búsqueda, sabe de antemano que lo que encontrará será distinto a lo que ha imaginado; sabe que la capacidad de sus micrófonos y grabadoras no es el fin, sino el medio por el cual él se acerca a un aspecto específico del mundo al que se adentra y reconoce que las pulsiones de sus intenciones por recordar no son inocentes: la dirección hacia la que dirige su equipo está mediada por todo aquello que ha influido en su sensibilidad y experiencias a lo largo de su vida. No es un oído objetivo lo que lo dirige, sino un propósito subjetivo que no por ello es incomunicable.”[1]

 

En este punto, el juego etimológico que envuelve a las traducciones de los términos en nuestra práctica artística reafirma su importancia: la influencia de nuestras vivencias y nuestra memoria, emerge a cada momento como una sensación y no como algo escarificado en nuestra piel. A cada momento se vuelve algo vivo, que pasa por nuestro corazón, de ahí que, nuevamente, las traducciones nos fallen, pues el término “De memoria” para referirnos a una habilidad o conocimiento que hemos aprendido por una incontable cantidad de repeticiones, no le hace justicia a la riqueza de lo que envuelve al concepto de “By Heart” (de corazón). Aprender algo de memoria ostenta un cierto grado de rigidez maquinaria, a diferencia de lo que puede remitirnos pensar en que cuando aprendemos algo de corazón, nos enfrentamos a una dimensión significativa de lo que aprendemos, pues es indisociable de nuestra condición vital individual, si es que se me permite continuar con el examen etimológico realizado sobre la palabra recordārī,en pro de una terminología nueva, ad hoc a los intereses planteados y por plantearse en los próximos minutos.

 

Podemos aprender de memoria el proceso por el cual capturamos algunos sonidos o imágenes a través de una grabadora o cámara fotográfica, pero cuando se hace by heart, definitivamente no hablamos de lo mismo, pues en ello cabe la pregunta por nuestros motivos para memorizar o recordar algo, los cuales atienden a una condición subjetiva o política: lo que se decide preservar como patrimonio o lo que se conmemora públicamente no deviene de un capricho, pues sigue líneas ideológicas que emergen de la agenda de un gobierno.

 

Es en este punto que el recording by heart nos enfrenta a un problema de campo con una mayor complejidad.

 

Sabiendo que, más allá del aspecto técnico, hay un sujeto que selecciona en tiempo real lo más pertinente de su experiencia sonora en determinado lugar, el recording adquiere un sentido más complejo que la simple recopilación de datos en un soporte –como la grabación– y se torna una actividad representativa que constituye un entendimiento del paisaje, un género que –más allá de su tradición pictórica– es un puente bastante sólido para transitar entre disciplinas visuales y sonoras.

 

Traigo súbitamente al paisaje no con un afán caprichoso, sino porque su incursión se ha perfilado necesaria al hablar de la relación que mantenemos como individuos vivos con el lugar en el que nos encontramos. Eso, en esencia, es el paisaje: acorde a la definición del historiador español Javier Maderuelo, “es una construcción cultural que no es solamente el lugar físico, sino el conjunto de una serie de ideas,sensaciones y sentimientos que elaboramos a partir del lugar y sus elementos constituyentes.”[2] Esto desde luego que no excluye a la actividad representativa intrínseca a la historia del paisaje por medio de la pintura, pero nos brinda una perspectiva más amplia sobre los alcances del género como un campo de estudio para profesionales de distintas áreas.

 

Con lo anterior operando en tanto marco de referencia, podemos decir que el paisaje no se puede comprender sin las eventualidades que se encuentran asociadas a un sitio, ni omitiendo la circunstancia vivencial del ser humano, entre las que caben los factores de muerte y vida que mencionaba al inicio de este texto como parte de lo que denominamos como cambio. En este sentido, subrayo relevancia del individuo tras la grabadora de audio: el recorder, más que un operador cualificado de algún dispositivo tecnológico, es el sujeto que posibilita la apreciación paisajística –la representación del lugar– al permitirle a sus experiencias y estructuras de valoración cultural formar parte de la imagen que se gesta en el recording: es una acción que rompe los límites técnicos implicados en su proceso y se muestra como una estrategia de planeación dirigida por su condición humana e historia sobre algo que seguir existiendo o de lo que solo queda una imagen mental.

 

A propósito del vínculo entre paisaje y sonido, pensemos en el caso del soundscape (traducido como paisaje sonoro), disciplina gestada en los años 70’ por la célula de trabajo The World Soundscape Project coordinada por el músico e investigador canadiense Raymond Murray Schafer.“En gran medida, soundscape responde a una perspectiva naïf de la naturaleza, ambigua sobre los alcances y definición de su formalización, interesada en mayor medida en lo bello respecto a su conocimiento del desarrollo histórico del paisaje. Sin embargo, en su práctica es donde encontramos una relación premeditada con el paisaje, que responde a un problema en el que la industria inmobiliaria, la indiferencia ante lo que desaparece la transformación acelerada del entorno dista de ser un paraíso para el sueñofuturista, acorde a las complejidades humanas de la era moderna.”[3]

 

Los artistas que han tomado al soundscape como un campo de producción artística –desde los años 70’ hasta la fecha– buscan alentar en distintas sociedades alrededor del mundo la consciencia de este cambio urbano, que tras su velocidad no deja otra cosa salvo confusión cultural, pues son tantos los sonidos que se pueden asociar a un lugar y tan sutil su permanencia en el tiempo que el mundo se vuelve un fenómeno incomprensible. De tal suerte, la posición del individuo en determinado territorio y contexto histórico y cultural comienza a perder estabilidad. Desde tal punto de vista, las obras derivadas del soundscape no tienen como propósito la sencilla conservación de los sonidos por sus propiedades musicales en potencia o por la calidad de las grabaciones, sino por su relevancia a nivel social en relación a su circunstancia territorial al grabar, técnicamente hablando, dichos sonidos.

 

Pensando en algunas de las soluciones prácticas que se pueden advertir en el contexto contemporáneo para un arte que sigue este tipo de cuestionamientos, quisiera mencionar la labor realizada por Armstrong liberado, colectivo de música libre integrado tanto por personas de distintas formaciones profesionales que, a través de talleres sobre escucha, paisaje sonoro y un blog en constante actividad, handetonado la reflexión a nivel nacional sobre el papel de la escucha y lo sonoro como dispositivos factibles para el análisis crítico de algunas condiciones culturales recientes; En el ámbito institucional, los encuentros y conversatorios sobre arte sonoro que se han realizado en las instalaciones de la Facultad y Posgrado de Artes y Diseño,representan un punto de inflexión considerable en materia de investigación histórico-artística para México, pues, aunque pueda rastrearse una genealogía para las artes sonoras que comprender por lo menos un siglo de actividad, la extrañeza con la que se miran las propuestas artísticas-sonoras es evidente;su ausencia en instituciones,comparada a la presencia de las artes planteadas como netamentevisuales en museos y ferias de arte, exige otro estudio que por el momento no se puede abordar de la manera en que se precisa. Esto es de gran importancia para la formación de los artistas más jóvenes, ya que brinda una perspectiva amplia y crítica sobre los campos de acción–estéticos e interdisciplinarios– de la producción artística contemporánea y la que está por venir. Los ejemplos anteriormente mencionados son sólo algunas pistas, con la esperanza de que los interesados indaguen por su propia cuenta.

 

Después de todo lo visto hasta el momento, no es fortuito que retornemos al camino modeladopor la incertidumbre generada por el cambio de nuestro entorno, –esta vez– desde una perspectiva artística concreta, enla que vida y muerte, destrucción y construcción,no son sólo conceptos relacionados con procesos sociales y politicos; es una dialéctica que, me atrevería a decir, rige el mundo, como lo plantea el concepto hinduista del Saṃsāra: “El proceso de vivir con cambios y giros, con tiempo y espacio; el interminable ciclo de nacer y morir una y otra vez”[4]. Independientemente de la manera en que llamemos a esta forma de en la que el cambio afecta cada fenómenos apreciable por la percepción humana, lo que nos queda para hacer frente a esta Noble Verdad es construir algo que resista a los estragos del tiempo; algo que no puede establecerse en ningún espacio físico. Aquí es donde el recording se torna importante, pues, como seres esencialmente finitos, y por ende temporales, lo único que nos puede hacer justicia en tanto existimos es la memoria devenida del acto de recordarby heart, desde el corazón de nuestra vida efectiva, con todas las cicatrices que nosconstituyen como sujetos. Los lugares fluctuarán al igual que el sonido que se propaga y desaparece: se volverán hostiles o eliminarán de sí todo signo que pueda remitirnos a la vivencia, pero aquello digno de recordarse, ese atisbo reminiscente de nuestra sensibilidad puesta en contexto, consciente del lugar que le toca ocupar en el momento específico – como lo explicábamos con la actividad del recorder­–, es algo que no podrá borrarse. La representación emergente de tal proceso que se denomina paisaje –y cuya historia y consideración contemporánea aporta bases desde la tradición plástica– simbolizará algo que excede a su momento específico. Estará conectada con un evento casi arquetípico: la honesta necesidad humana, a veces ingenua, de otorgar un sentido a nuestra frágil existencia, que viaja en medio de un bravo oleaje.


[1]Manuel Guerrero (2017) Op. Cit. Pág. 41

[2]Javier Maderuelo, (2007) El paisaje: génesis de un concepto , editorial ABADA, España. Pág. 24.

[3] Manuel Guerrero (2017) Op. Cit. Pág. 29

[4]Traducciones de términos sánscritos utilizados por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba; compilado por Homer S. Youngs, trad. De Herta Pfeifer; Santiago, Chile. 1989. Pág. 98. Disponible en: http://www.sathyasaibabard.com/Libros/traducciones%20de%20terminos%20sanscritos.PDF